Al menos 44 presos fueron ultimados en la prisión de Santo Domingo de los Tsáchilas, en Ecuador, durante la madrugada del 10 de mayo. Con esta cifra el país, que vive una crisis carcelaria, superó los 400 reclusos fallecidos en enfrentamientos entre bandas rivales en poco más de dos años.
En el año 2021 la violencia dentro de las cárceles se desbordó cuando se registraron 316 privados de libertad muertos en distintos enfrentamientos. En lo que va de 2022, las cárceles del país acumulan 63 presos fallecidos.
Esta nueva masacre es la más grande del año, por encima de la registrada en abril en la cárcel de la ciudad andina de Cuenca, donde murieron 20 reclusos y al menos otros 10 resultaron heridos.
El ministro del Interior, Patricio Carrillo, informó en una rueda de prensa que ambos episodios tienen detrás a las mismas bandas rivales. Una organización llamada “Los Lobos”, sería la supuesta causante de estas masacres al atacar a un grupo disidente que se hace llamar “R7”.
Antes de estos episodios, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, presumía de que en los tres primeros meses de 2022 apenas habían fallecido ocho presos en las cárceles ecuatorianas, y que las muertes intracarcelarias se habían reducido más del 90 % sobre el año anterior. Estas cifras fueron desmentidas por los dos últimos enfrentamientos.