Nadie discute que la economía venezolana creció en el primer semestre del 2022 en un porcentaje de dos dígitos. Pocos dudan, yo no, que en el segundo semestre continuará la tendencia a pesar de la disparada del dólar de días atrás y el impacto de esta sobre los precios. Que sea sostenible en el tiempo dependerá en mucho de la capacidad del alto Gobierno de comprender que el modelo que durante dos décadas han promovido fracasó y que si bien las sanciones extranjeras pesan no todo es atribuible a ellas.
Ni el capitalismo salvaje ni el socialismo radical son la solución para un país como el nuestro que puede ser mañana de bienestar generalizado para venezolanos y venezolanas por igual: Economía Social del Mercado es la alternativa que permitirá crecimiento económico con equidad.
Conveniente precisar que no será fácil ni de corto plazo alcanzar los estándares de calidad de vida que nos merecemos. Los números son brutales: según el FMI para el cierre del 2021 el PIB es 77,33 % menor que el del 2013, el Índice de Precios al Consumidor del BCV muestra en el mismo período inflación acumulada de 75.252, 713.433 % mientras que empresarios afirman que el 75 % la capacidad industrial se encuentra ociosa. De los sueldos, pensiones y jubilaciones ni hablar.
Nuestro buen amigo Abdón Vivas Terán, en un escrito de reciente data, resume los objetivos que persigue la Economía Social de Mercado entre los cuales destaco:
“Desarrollo creciente de un estado de bienestar para todos; combatir a fondo la pobreza y la desigualdad; impulsar el factor trabajo; avanzar hacia la justicia social; mantener el equilibrio ecológico”. Pregunto: ¿Quién se opone a alguno de los mencionados?
Respeto a la propiedad privada, garantías y estímulos para la inversión privada nacional y extranjera, salarios dignos, financiación a la actividad productiva, precios de mercado, baja de impuestos, subsidiariedad del Estado, responsabilidad individual, son premisas de la Economía Social de Mercado, a las cuales sumo educación de la mayor calidad, que han hecho posible que países salidos de la guerra mas terrible que ha azotado la humanidad, con millones de muertos, destrucción casi total de su infraestructura, como Alemania o de la más abyecta pobreza, como Singapur, hoy sean referentes de desarrollo y calidad de existencia de sus connacionales.
Cuando escribo estas líneas, converso con Freddy Millán, investigador, profesor titular de la UPEL, tutor de tesis doctoral sobre Economía Social de Mercado, quien recalca que el éxito del modelo viene vinculado a la reconciliación, al reconocimiento del otro, a la desfascificación de la política -de fascismo deriva el término- y a desterrar el envilecimiento del lenguaje.
Mientras buena parte de la dirigencia política venezolana centra su interés en las elecciones presidenciales del 2024 -ahora sí todos anuncian postularse, creen en el voto, andan en campaña- venezolanos y venezolanas viven la angustia del día a día. ¿Esperarán pacientemente veinte y ocho meses? Y si de esperar se trata, ¿Cuál es la propuesta para salir del actual estado de cosas? Nuestro pueblo es demasiado inteligente para convencerle sólo con un “quítate tú, paʼponerme yo”.
Ya basta de diatribas, de confrontación: es tiempo de consensuar soluciones alrededor de un modelo que nos reúna a todos: Economía Social del Mercado es nuestra propuesta.
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