Escribo estas líneas desde Londres, capital del Reino Unido a la cual arribé horas atrás. Pasados los solemnes funerales de Isabel II, los británicos despiertan a una realidad ciertamente compleja.
Inflación como no sufrían desde décadas, aumento de la deuda, desaceleración del crecimiento, devaluación de la libra esterlina, huelgas de los operadores de trenes y buses, portuarios, carteros, colectores de basura, abogados del estado y pare de contar, amenazas de un gélido invierno marcado por una crisis energética a la par que de la cadena de suministro y un Brexit inconcluso. Si bien a miles de kilómetros la guerra de Rusia y Ucrania también pesa en la suerte del Reino como la de los vecinos países europeos.
Indiferentes la mayoría al nuevo monarca la atención se centra en la recién posesionada primer ministro Liz Truss quien en su primer discurso afirmó que transformará a Gran Bretaña “en una nación con aspiraciones, empleos bien remunerados, calles seguras y donde todos en todas partes tengan las oportunidades que se merecen” agregando “tengo un plan audaz para hacer crecer la economía mediante recortes y reformas fiscales. Reduciré los impuestos para recompensar el trabajo duro e impulsar el crecimiento y la inversión apoyados por las empresas, adelantaré la reforma en mi misión de conseguir que Reino Unido trabaje, construya y crezca”.
En sus posteriores intervenciones públicas, nos comentan locales, Truss ha insistido una y otra vez que la clave de la reconstrucción de la economía pasa por reducir los impuestos y adelantar la reforma fiscal para promover la inversión y apuntalar a la empresa privada.
¿Es la primera ministra una seguidora de la Reaganomics? Dos prestigiosos medios que tengo a mano, Financial Times y The Economist, así lo afirman.
En los 80 del siglo pasado, el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, logró reduciendo impuestos y desregulando abatir la inflación y desencadenar el crecimiento aumentando la productividad. El gobierno británico se apresta a aprobar un agresivo recorte de impuestos mientras que anuncia un ambicioso plan de mejoras a la infraestructura y al sistema de salud.
Sugiero mirar de cerca como se mueve en los próximos meses la economía del Reino Unido, hoy tal maltrecha, especialmente quienes en Venezuela aún no comprenden el papel del sector privado en el logro de una recuperación de nuestra economía que sea sostenible y derive en bienestar generalizado.
Me opuse a la aprobación de la Ley de Impuesto a las grandes Transacciones Financieras porque aplica a cualquier transacción que se realice con divisas y además es regresivo, discrecional, crea costos adicionales y no contribuye a generar confianza; tengo serias dudas con la Ley de Armonización Tributaria e incluso con la Ley de la Actividad Aseguradora porque sospecho que pudiera derivar en una mayor presión fiscal, veo con preocupación la oferta pública limitada e hiperregulada de acciones de CANTV y con ese formato de otras de empresas del Estado y comienza a alarmarme la lentitud en la puesta en la marcha de la Ley de Zonas Económicas Especiales que apoyé entusiasta desde el primer día y hago notar que leo que a las ya existentes “el gobierno británico planea decretar una veintena de puertos libres, zonas francas o zonas económicas especiales para atraer inversiones, comercio y lo más importante empleos”.
Recuerdo a Rishi Sunak quien calificó como “una política que ejemplifica la economía del futuro” la de creación de zonas económicas especiales en las cuales se “reemplazan las industrias del pasado por otras dedicadas a las energías verdes y la innovación, para alentar el libre comercio y reforzar nuestra imagen como un país abierto a los negocios”.
En las últimas semanas, cada día que despierto me abruman las noticias de la dramática emigración venezolana, especialmente dolorosa la que cruza el Darién y me pregunto porque se van, porque no regresan, si Venezuela puede y debe ser el mejor país del mundo. Se trata de empeñarnos juntos, pero también que el gobierno entienda de una vez por todas que debe dejar atrás modelos fracasados y disponerse a abrir de inmediato nuestra economía.
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