Desde la distancia, parecen follaje otoñal: millones de mariposas Monarca que cubren los árboles en un caleidoscopio de colores marrón, naranja y negro.
A medida que el aire fresco de la montaña se calienta, revolotean sobre los asombrados visitantes que han venido a ver una tradición anual que persiste a pesar de las amenazas ambientales y humanas que las mantienen en peligro de extinción.
Cada año, las mariposas Monarca viajan hasta 3,000 kilómetros desde el este de Estados Unidos y Canadá para pasar el invierno en los bosques del centro y oeste de México.
Los fines de semana de invierno atraen a cientos de visitantes a Sierra Chincua, un idílico santuario en el estado occidental Michoacán, a unas tres horas en automóvil desde Ciudad de México.
Sierra Chincua fue incluida en 1986 en el área protegida de la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, que ahora es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y abarca unas 56,000 hectáreas.
Hoy, Vidal, de 54 años, asegura que hay menos mariposas Monarca que cuando vino por primera vez de niño.
La población de las mariposas Monarca ha caído entre un 22% y un 72% durante la última década, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que declaró a la especie en peligro de extinción en julio.
Los científicos culpan al cambio climático, los pesticidas y la tala ilegal por la disminución de la población.
La presencia de las mariposas Monarca en los estados donde pasan el invierno, Michoacán y el vecino Estado de México, se extendía a mediados de la década de 1990 a lo largo de 18 hectáreas. Pero para el invierno pasado, el área se había reducido a solo 3 hectáreas.
Sin embargo, la migración del año pasado ofreció un rayo de esperanza para el futuro de la Monarca. Su presencia en México aumentó en más de un tercio en comparación con 2020.
Luis Martínez, uno de los guardabosques de Sierra Chincua, espera que este año muestre más mejoras. «Tenemos más mariposas este año, nos llegaron más porque la colonia está más grande», dijo.
A medida que las Monarcas comienzan a llegar alrededor de la festividad del Día de los Muertos en México a principios de noviembre, algunos lugareños ven a las mariposas como las almas de los antepasados que regresan.
La visitante Lizbeth Cerrato dijo que es una «experiencia única» fue como si fueran «almas que vuelan».
«Es un sinfín de sentimientos que se enlazan».
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