Un grupo de investigadores venezolanos en alianza con instituciones científicas internacionales determinaron que el lago Parima pudo haberse localizado en la Amazonía de Venezuela. Sensores tecnológicos y un profundo análisis comparativo de imágenes satelitales actuales con mapas antiguos respaldan su hallazgo y aquí cuentan el trabajo que hubo detrás
Uno de los misterios más grandes del continente americano está relacionado a la leyenda de El Dorado, una ciudad mitológica construida en oro y oculta en algún rincón enigmático de la espesa Amazonía, entre lo que hoy es territorio de Venezuela, Guyana y Brasil.
Sobre El Dorado, dueño del interés de diversos exploradores europeos desde el siglo XVI, existe una teoría de que fue construido en las orillas de un gran lago –hoy desecado– que recibe el nombre de lago Parima (en lengua Caribe) o lago Manoa (en lengua Arawak).
Gracias al despliegue tecnológico sobre el que se proyecta la ciencia contemporánea y a un análisis comparativo de imágenes satelitales actuales con mapas antiguos, un grupo de científicos venezolanos de la Universidad Simón Bolívar (USB) construyó las bases para afirmar que descubrió, dentro de los límites de Venezuela, el lugar donde pudo haber estado este legendario cuerpo de agua. Esto representa un gran aporte para la arqueología del continente, la geografía, la historia y la ciencia en general.
La llegada de Cristóbal Colón a América es, quizás, el acontecimiento definitivo que auspició la concepción del mundo moderno. Este hecho abrió las sendas para que un robusto caudal de exploradores europeos pusiera el ojo sobre el nuevo continente desde el año 1492 y se adentrase en él con intenciones variopintas.
Los exploradores Antonio de Berrío, Walter Raleigh, Alejandro Humboldt y Robert Schomburgk representan algunas de las voces andariegas que estudiaron y descifraron la geografía americana en un grito sostenido de ciencia y anécdota que coincidió, en tono y eco, en parajes específicos. El lago Parima es uno de ellos, pero pasaron varios siglos hasta que pudiese ser dibujado en un mapa con certeza georreferenciada.
Una caminata ininterrumpida de muchos años pone a José Miguel Pérez-Gómez, arqueólogo e investigador de la USB, en una nueva empresa controversial que amerita estudios arqueológicos, sensores remotos y logística sofisticada, pero que augura vanguardia.
Se asoma y le dice que sí al instinto, entonces viaja a Alemania a buscar información. Localiza unas imágenes satelitales de altísima resolución espectral y espacial que le confía el Deutsches Zentrum für Luft- und Raumfahrt e.V. (Centro Aeroespacial Alemán) con la condición de que posteriormente publique los resultados obtenidos del estudio en su plataforma científica arbitrada. Vuelve a decir que sí.
José Miguel Pérez-Gómez, encomendado ecuménico del descubrir y probo del describir arqueológico, monta lo necesario para aterrizar la idea y no se amilana ante la posibilidad de ofrecerle a la ciencia otro aporte significativo, como en Aves y Canaima.
a cartografía del continente sudamericano le dio lugar a la silueta del lago Parima durante los últimos 400 años a través de la documentación de cartógrafos como Hoducus Hondius, Thomas Harriot o Theodore de Bry, o la osadía de hombres como Antonio de Berrío, Laurence Keymis, Manuel Centurión, entre otros, quienes dirigieron expediciones en la búsqueda del lago Parima. Pero, aunque la ubicación relativa en casi todos ellos coincidía a grandes rasgos, la experiencia in situ nunca les ponía en frente un espejo de agua. Era, pues, un misterio: ¿dónde estaba entonces el lago?
Llegó el siglo XXI y la teledetección ya ofrecía herramientas para estudiar con precisión hechos geográficos apartados vía remota. El arqueólogo José Miguel Pérez-Gómez, desde la Universidad Simón Bolívar, reúne un equipo de expertos en las áreas de Arqueología y sensores remotos satelitales, donde figuran investigadores venezolanos y extranjeros de la talla del Dr. Thomas Busche, del Centro Aeroespacial Alemán, o el Dr. Giovanni Marchisio, de la agencia satelital estadounidense Planet.
Juntos se plantean la misión de sistematizar la información obtenida y ofrecer una narrativa científica lo suficientemente sólida y verificable para erigir una verdad irreductible: el lago Parima está en Venezuela.
EL ESTÍMULO