Para ayudar a convertir a China en una “superpotencia tecnológica” autosuficiente, el gobernante Partido Comunista está presionando a la mayor empresa de comercio electrónico del mundo para que se encargue de la complicada y costosa tarea de diseñar sus propios circuitos integrados de computadoras, un negocio que no se parece a nada de lo que Alibaba Group ha hecho antes.
Su unidad desarrolladora de microchips, T-Head, de apenas tres años, presentó su tercer procesador en octubre del 2021, el Yitian 710 para el negocio de computación en la nube de Alibaba. El gigante chino afirma que por ahora no tiene planes de vender el chip a terceros.
Otros desarrolladores novatos de chips, incluido el gigante de los juegos y las redes sociales Tencent y la marca de teléfonos celulares Xiaomi están prometiendo miles de millones de dólares en línea con los planes oficiales para crear computación, energía limpia y otras tecnologías que puedan construir la riqueza y la influencia global de China.
Los chips son una de las principales prioridades en la maratónica campaña del gobernante Partido Comunista para poner fin a la dependencia china de la tecnología de Estados Unidos, Japón y otros proveedores que Beijing considera posibles rivales económicos y estratégicos. Si la campaña tiene éxito, los líderes empresariales y políticos temen que desaliente la innovación, interrumpa el comercio mundial y haga que el mundo sea más pobre.
“La autosuficiencia es la base de la nación china”, declaró en marzo el presidente Xi Jinping durante un discurso. Pidió entonces que China se vuelva una “superpotencia tecnológica” para salvaguardar la “seguridad económica nacional”.
“Debemos esforzarnos por convertirnos en el principal centro científico del mundo y en el terreno elevado de la innovación”, afirmó Xi.
Beijing, sin embargo, podría toparse con una decepción costosa. Incluso con grandes inversiones oficiales, los empresarios y analistas creen que los fabricantes de chips y otras empresas tendrán dificultades para competir si se separan de los proveedores globales de componentes y tecnología avanzados, un objetivo que no busca ningún otro país.
“Es difícil imaginar que un país reconstruya todo eso y que tenga la mejor tecnología”, opinó Peter Hanbury, un especialista del sector que trabaja en la firma Bain & Company.
Los planes de Beijing están alimentando la tensión con Washington y Europa, que ven a China como un competidor estratégico y se quejan de que les está robando tecnología. Han respondido limitándole el acceso a las herramientas necesarias para mejorar sus industrias.
Washington y Beijing deben “evitar que el mundo se separe”, expresó en septiembre el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a The Associated Press.
Las fábricas de China ensamblan los teléfonos y tabletas del mundo, pero necesitan componentes de Estados Unidos, Europa, Japón, Taiwán y Corea del Sur. Los microchips son el producto que más importa China, por delante del petróleo, por un monto de más de 300.000 millones de dólares el año pasado.
China representa el 23% de la capacidad mundial de producción de chips, pero apenas el 7,6% de las ventas.
El primer chip de T-Head, el Hanguang 800, se anunció en 2019 para sistemas de inteligencia artificial. El segundo, el XuanTie 910, es para vehículos autónomos y otras funciones.
En noviembre, Tencent Holding, que opera el servicio de mensajería WeChat, anunció sus primeros tres chips para inteligencia artificial, computación en la nube y video.
Beijing ha dicho que gastará 150.000 millones de dólares desde 2014 hasta 2030 para desarrollar su industria de chips, pero incluso eso es una fracción de lo que invierten los líderes mundiales. TSMC planea gastar 100.000 millones de dólares en los próximos tres años en investigación y fabricación.
China está tratando de adquirir experiencia contratando ingenieros de TSMC y otros productores taiwaneses. Taiwán, que Beijing reclama como parte de su territorio y que ha amenazado con atacar, ha respondido imponiendo restricciones a la publicidad de empleos.
Beijing está alentando a los fabricantes de teléfonos y otras empresas manufactureras a recurrir a los proveedores dentro de China, incluso si cuestan más, pero los funcionarios niegan que China quiera separarse de las industrias globales.