Mons. Martin Gächter es Obispo Auxiliar Emérito de Basilea y tiene 82 años, 30 de los cuales los ha dedicado al ministerio de liberación. En una reciente entrevista relató la sorprendente reacción del diablo cuando realizó un exorcismo en Suiza.
En la entrevista concedida a kath.ch, el Prelado recuerda que “una mujer vino a verme al Obispado y me dijo que siempre la tiraban de la cama por la noche, cosa que pudo comprobar con una cámara”.
“Mientras hablábamos, estábamos en una habitación con fotografías de nuestros obispos anteriores. Le molestaba que todos llevaran una cruz pectoral. Una señal de lo diabólico es cuando la presencia de una cruz no se puede soportar”, continuó.
“Fuimos entonces a otra habitación donde no había cruz sino una imagen de la Madre de Dios. Eso fue aún peor para ella y fuimos al parque a seguir hablando. Me di cuenta así que estaba realmente poseída”, dijo Mons. Gächter.
El Prelado informó al entonces Obispo de Basilea, Mons. Kurt Koch, quien “me ordenó que hiciera un exorcismo junto con dos vicarios episcopales. Tuvimos 15 sesiones con la mujer. Dos psiquiatras también estuvieron presentes una vez y nos confirmaron que ella no tenía epilepsia ni enfermedad mental”.
Tras precisar que “un exorcismo no tiene una fórmula fija” y que “la mayor parte del tiempo oramos libremente”, Mons. Gächter relató que en una sesión “la mujer inmediatamente se tiró al suelo, se enfureció y nos insultó. Su cuerpo se retorcía como en la película ‘El Exorcista’”.
“Su rostro dibujaba muecas horribles. Estaba irreconocible. Su voz también era completamente diferente, muy profunda, diabólica y rugiente. Fue horrible”.
El Prelado dijo que en ese momento “la bendijimos con la cruz y agua bendita. Ella gritó en voz alta: ‘Esto está en llamas’. Era como si el diablo estuviera hablando”.
“Siempre nos preguntamos si estaba enferma. Así que probé algo: si la rociaba con agua bendita, el demonio gritaba: ‘¡Quema!’. Luego usé agua del grifo normal. No hubo reacción”.
“Fue entonces cuando me di cuenta de que el agua bendita es más que un recordatorio del bautismo: hace la diferencia. Ahora entiendo la afirmación de que el diablo teme al agua bendita”, subrayó el Obispo.
“Luego volvía a ser normal y amistosa. No hay un cambio así de rápido cuando hay enfermedad mental”, explicó el Prelado suizo.
Mons. Gächter indicó que supo que la mujer ya estaba liberada de la posesión demoniaca cuando, en una de las sesiones del exorcismo, “de repente abrió los ojos. Nos preguntó con su voz suave qué hacíamos. Respondimos: ‘Rezamos por ti’. Tomó la cruz, la abrazó y la besó. Entonces supimos que estaba liberada”.
El Prelado indicó que para ser exorcista es necesario ser sacerdote y tener una “buena comprensión teológica y pastoral”, además de conocimientos psicológicos para “reconocer enfermedades mentales como psicosis, esquizofrenia, paranoia o trauma”.
El Obispo destacó que recibe unas 40 consultas cada año, de personas que llegan desde Croacia, Italia o algunos países africanos.
“Su rostro dibujaba muecas horribles. Estaba irreconocible. Su voz también era completamente diferente, muy profunda, diabólica y rugiente. Fue horrible”.
El Prelado dijo que en ese momento “la bendijimos con la cruz y agua bendita. Ella gritó en voz alta: ‘Esto está en llamas’. Era como si el diablo estuviera hablando”.
“Siempre nos preguntamos si estaba enferma. Así que probé algo: si la rociaba con agua bendita, el demonio gritaba: ‘¡Quema!’. Luego usé agua del grifo normal. No hubo reacción”.
“Fue entonces cuando me di cuenta de que el agua bendita es más que un recordatorio del bautismo: hace la diferencia. Ahora entiendo la afirmación de que el diablo teme al agua bendita”, subrayó el Obispo.
“Luego volvía a ser normal y amistosa. No hay un cambio así de rápido cuando hay enfermedad mental”, explicó el Prelado suizo.
Mons. Gächter indicó que supo que la mujer ya estaba liberada de la posesión demoniaca cuando, en una de las sesiones del exorcismo, “de repente abrió los ojos. Nos preguntó con su voz suave qué hacíamos. Respondimos: ‘Rezamos por ti’. Tomó la cruz, la abrazó y la besó. Entonces supimos que estaba liberada”.
El Prelado indicó que para ser exorcista es necesario ser sacerdote y tener una “buena comprensión teológica y pastoral”, además de conocimientos psicológicos para “reconocer enfermedades mentales como psicosis, esquizofrenia, paranoia o trauma”.
El Obispo destacó que recibe unas 40 consultas cada año, de personas que llegan desde Croacia, Italia o algunos países africanos.
ACIPRESS